lunes, 16 de septiembre de 2013

“De lo que rebosa el corazón habla la boca” Lc 6, 45



Invocación al Espíritu Santo


Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V./ Envía Señor tu Espíritu y todo será creado.
R./ Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos:
Oh Dios, que has iluminado
los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones,
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.


Lectura del Evangelio de Lucas

No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano. Por los frutos distinguís cada árbol. No se cosechan higos de las zarzas ni se vendimian uvas de los espinos. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro interior bueno; el malo saca lo malo de su tesoro malo, porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
Lc 6, 43-45

Reflexión

¿De qué habla mi corazón? ¿Qué frutos quiero ofrecer?

El carmelita encuentra en María la ayuda perfecta para poder rebosar de los frutos de Dios. Amando a María encontramos el camino para seguir a Cristo. Tenemos que tener a María siempre presente en nuestra vida cotidiana. Decía el venerable P. Miguel de san Agustín, O.Carm.: “Si se debe escribir cualquier cosa, desde el principio debe aparecer María; si se debe hacer una pintura, se necesita representar a María; y si se necesita construir cualquier cosa, también en eso debe resplandecer María. Trabajar, hermanos míos, amando, invocando y cantando a María; que nunca esté lejos de vuestros labios ni ausente en vuestro corazón. Mostrar que por la abundancia del corazón hablan las bocas de los carmelitas, escriben sus bolígrafos, gritan en su silencio los muros de sus conventos y de sus casas. Esto es un bien.”

Oración final


Te pedimos, Señor, nos fortalezca el don inefable de tu amor, y cuantos queremos consagrar nuestra vida al servicio de la Virgen María, nos haga fieles imitadores de sus virtudes.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Septiembre


«Este camino es bueno y santo. Seguidlo»


El legislador del Carmelo acaba el capítulo XV de nuestra Regla con las palabras del profeta Isaías: «Este camino es bueno y santo. Seguidlo». Sí, toda la Regla del Carmelo es un camino santo y bueno. Siguiéndolo se han santificado una pléyade incontable de almas generosas que han querido seguir de cerca las huellas de Jesús.

Los santos nos enseñan que en todos los tiempos, aun los más críticos y difíciles, es posible llevar una vida verdaderamente cristiana y santa. Porque «nada nos puede separar del amor de Cristo». Los santos han sido luz que brilla en las tinieblas en los momentos críticos y oscuros de la Iglesia.


El Carmelo nos ofrece un camino válido también para nuestros días, en que el mundo, con síntomas evidentes, ha comenzado o está caminando por un nuevo período de su historia. Los carmelitas, dejándose guiar por el Espíritu, procuran adaptar su misión a las nuevas condiciones y examinar e interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio y de su patrimonio espiritual.

Ante la realidad de la hora presente, el Carmelo define así su misión: Buscar y vivir en este mundo la presencia de Dios vivo y verdadero que, en la persona de Cristo, habitó entre nosotros; mediante nuestra caridad fraterna, la fe y la esperanza de que Dios es todo en todos los hombres, esforzándonos en ser testigos de esta verdad escatológica, sensibilizando a los demás en el descubrimiento de esta presencia de Dios en sus vidas y destruyendo los ídolos de una falsa religiosidad.



«ESTE CAMINO QUE OS OFRECEMOS, PUES, ES SANTO Y BUENO. SEGUIDLO»