Invocación
al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V./
Envía Señor tu Espíritu y todo será creado.
R./ Y renovarás la faz de la tierra.
R./ Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos:
Oh Dios, que
has iluminado
los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones,
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones,
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Lectura del
Evangelio de Lucas
No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano.
Por los frutos distinguís cada árbol. No se cosechan higos de las zarzas ni se
vendimian uvas de los espinos. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro
interior bueno; el malo saca lo malo de su tesoro malo, porque de lo que rebosa
el corazón habla la boca.
Lc 6, 43-45
Reflexión
¿De qué habla mi corazón? ¿Qué frutos quiero
ofrecer?
El
carmelita encuentra en María la ayuda perfecta para poder rebosar de los frutos
de Dios. Amando a María encontramos el camino para seguir a Cristo. Tenemos que
tener a María siempre presente en nuestra vida cotidiana. Decía el venerable P.
Miguel de san Agustín, O.Carm.: “Si se debe escribir cualquier cosa, desde el
principio debe aparecer María; si se debe hacer una pintura, se necesita
representar a María; y si se necesita construir cualquier cosa, también en eso
debe resplandecer María. Trabajar, hermanos míos, amando, invocando y cantando
a María; que nunca esté lejos de vuestros labios ni ausente en vuestro corazón.
Mostrar que por la abundancia del corazón hablan las bocas de los carmelitas,
escriben sus bolígrafos, gritan en su silencio los muros de sus conventos y de
sus casas. Esto es un bien.”
Oración final
Te
pedimos, Señor, nos fortalezca el don inefable de tu amor, y cuantos queremos consagrar
nuestra vida al servicio de la Virgen María, nos haga fieles imitadores de sus
virtudes.