Ambientación:
El
mes de noviembre está dedicado a la memoria de todos los santos. Meditar sobre
ellos y querer cumplir la petición de Jesús “sed santos como vuestro padre
celestial es santo” (Mt 5, 48) es también querer glorificar a María. Ella nos
protege y nos alienta con su propio testimonio a ser fieles reflejos de Cristo.
El carmelita bajo la capa de la Virgen del Carmen quiere descubrir en ella el
modelo de una vida. Quiere ser como ella. Desear sentir la seguridad que su
rostro desprende por haberse fiado plenamente de Dios. Los santos carmelitas
que tanto amaron a la Virgen, se educaron en la “Escuela de María”. Y Ella fue
el trampolín del que se lanzaron a la santidad que ahora disfrutan.
Decía
San Buenaventura: "Jamás leí que existiera santo alguno que no profesara
una especial devoción a la Gloriosa Virgen"
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando se presentaron su
madre y sus hermanos, que estaban afuera, deseosos de hablar con él.
Uno le dijo: - Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y
desean hablar contigo.
Él contestó al que se lo decía: - ¿Quién es mi madre? ¿Quiénes
son mis hermanos?
Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: - ¡Ahí están mi
madre y mis hermanos!
Cualquiera que haga la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi
hermano, mi hermana y mi madre.
Mt 12,
46-50
·
¿Acepto en mi vida
la voluntad de Dios?
·
¿Medito la
Palabra de Dios en mi vida cotidiana?
¿ Busco en mi
vida ser, como decía Beato Tito Brandsma, “otras Marías”?
Oración final:
Madre
y hermosura del Carmelo, Virgen de la escucha, abre nuestro corazón para que
sepamos acoger las palabras de tu Hijo.
Madre
y hermosura del Carmelo, Virgen de la escucha, abre nuestro corazón y nuestra
inteligencia para que sepamos escuchar las palabras de tu Hijo y las pongamos
en práctica.
Madre,
haznos fuertes en nuestro propósito. Amén.